“Levanta, sacode a poeira e da a volta por cima”

June 6, 2018

Mitad brasilera, mitad argentina, Ileana Hochmann transitó toda su vida los caminos marcados entre el Rio de la Plata y Rio de Janeiro. Con formación en la Escola de Artes Visuais Parque Lage, su obra lleva la impronta de la inmigración/emigración, la fuerza de lo ritual y a su vez se asocia a la generación de los artistas latinoamericanos -más específicamente aquellos contemporáneos al Tropicalismo- y a la renovación que sacudió la idea del objeto artístico tradicional proponiendo una estética propia de la identidad latinoamericana. En este contexto, la obra de Ileana Hochmann indaga sobre su historia personal plasmada en un trabajo autorreferencial sin por ello desconocer el contexto en el cual se inscribe su discurso. La obra muta, se adapta a las posibilidades plásticas y estéticas que ofrece la contemporaneidad, insertándose naturalmente en el contexto internacional, manteniendo su producción consecuente en cuanto a contenido y multidisciplinaria en lo referente a presentación formal de la obra.

Sus obras han sido expuestas en  Galerías y Salones de Arte en Buenos Aires, Copenhague, Roma y Rio de Janeiro. Sus trabajos forman parte de la mayor Colección de Grabado y Objetos de América Latina y varias Colecciones particulares.

 

Maria Carolina Baulo: Me gustaría empezar con tu relato sobre la importancia que tienen en tu trabajo la “condición carioca”, el judaísmo y la inmigración/emigración, los cuales se ven reflejados en tu obra desde los inicios.

 

Ileana Hochmann: La “condición carioca” o también para mí “la condición solar” implica haberme nutrido en mi formación, desde muy joven, en sintonía con los cambios de la década del ’70 en Rio de Janeiro. En lugar de la preeminencia de la forma, se planteaban nuevos estados del arte: el objeto, el concepto y el cuerpo. En cuanto al judaísmo de los antepasados (Rusos), el llevar la palabra escrita bajo el brazo por la prohibición de poseer tierras, ese texto, ese contar (storyboards), esa letra, no necesariamente literal, esa “condición de exilio/pasión” está presente en mi obra. Sobre la inmigración/emigración: En ese flujo de aguas y puertos (Odessa-Rio de Janeiro-Buenos Aires) descubro que las experiencias dejan huellas que intencionalmente, o no, pueden aflorar. Cuando aparece una orilla, desaparece la otra. En ese ir y venir, mi obra alterna entre lo que se ve y la reversibilidad de lo invisible.

MCB: La serigrafía es una de las técnicas que más te definen como artista. Sin embargo la obra no se agota allí: trabajas con fotografía, textiles, objetos e instalaciones. Contanos sobre la elección de la serigrafía como base de tu trabajo y la necesidad de pasar a otros soportes.

IH: La propuesta que elegí desde un principio fue la técnica de serigrafía; rompe con la función de la mera reproducción y repetición de una matriz. Para mí la serigrafía es hoy la técnica más contemporánea ya que permite imprimir sobre cualquier tipo de superficie, ampliando las posibilidades en mi obra, experimentando sobre fotografías, acetatos y otros materiales que me conducen a la tridimensionalidad y a la instalación.  La fotografía está muy presente, a veces como punto de partida para iniciar una serie, como una de las “capas” de mi trabajo. Siendo intervenida, reimpresa y vuelta a intervenir. Finalmente la fotografía de la obra deviene la propia obra.

MCB: Tu obra pareciera estar siempre reelaborando los mismos contenidos pero presentándolos desde distintas perspectivas, cada vez más sintéticos y conceptuales, siempre guardando la estética y el misterio pero en definitiva, contando la misma historia. ¿Cómo se logra sostener esa búsqueda en el tiempo sin que el artista se repita?

IH: Creo que el hilo conductor de la obra ha sido, al inicio una “analogía histórico-arqueológica” familiar y de la condición femenina. Esa mirada y ese método de producción continúan vigentes, transformándose con el tiempo en acciones poéticas, instalaciones, performances donde el cuerpo, un pájaro, un nudo o un osobuco reelaboran y exceden el ámbito personal de mi obra. Una está siempre diciendo lo mismo, de formas diferentes. A ver, cuando algo me despierta curiosidad, interés, la foto analógica del parto, una letra, seguramente aunque no lo sepa de inmediato ya son elementos de mi vocabulario / lenguaje que subyacen y luego afloran en mi obra.

MCB: Me gustaría que contaras cuáles son los elementos iconográficos que aparecen sistemáticamente en tu trabajo y que dieras un ejemplo de su reelaboración en la presentación plástica, por ejemplo, pasando de lo bidimensional a la tridimensionalidad.

IH: Como te comenté anteriormente, un  pájaro se transforma en sello y deviene ícono. Un texto que se transforma: La materia impresa sumergida en el agua, anudar la palabra, deviene en nudo, un objeto, un ícono. De la imagen impresa bidimensional, surge el objeto tridimensional. Tanto los “rollos” que nunca podemos descifrar completamente, como los acetatos que se retuercen y bailan con la humedad del ambiente, son tridimensionales y son un ejemplo de la reelaboración en la presentación plástica.

MCB: Sobre tu último proyecto en curso: “Fiz das tripas, corazón”. En esta oportunidad aparece la performance donde te apropias del espacio poniendo tu propio cuerpo en cuestión y donde la obra se completa con una instalación de objetos y fotografías. Contanos sobre este trabajo y esta nueva mirada que asumís.

IH: Hay en mi trabajo siempre una forma de expresarme a través de rituales que resultan en objetos, en obra. “Fiz das tripas, corazón” propone una suerte de “ritual antropofágico”: un video en loop da cuenta de una danza donde se revela parte de una imagen protagonizada por mi donde mi rostro se despliega en el tiempo partiendo de una foto-performance que todo lo que contiene es una imagen tomada en el momento de parir a mi hija hace 40 años. El sonido que acompaña el video es fundamental porque se compone del canto del Uirapurú, cuyo canto es clave en el concepto que integra la obra. Según la leyenda, el canto de este pájaro del amazonas trae bendiciones a quien lo escucha; se oye durante algunos minutos y solo unos 12 días por año, el tiempo en que construye su nido. Cuando canta, los otros pájaros se callan para oírlo trinar, dejando casi en silencio la ruidosa Selva amazónica. Esta obra integra distintos aspectos donde se entrecruzan experiencias concretas con leyendas y estéticas propias del movimiento antropofágico brasileño.

Maria Carolina Baulo